Quizá, por algún súblime milagro, la Muerte está viva y nos toma en sus brazos, y esa figura que se hacerca no es un vampiro, sino la personificación misma del paraíso y sus bienaventuranzas. Y con ella nos alzamos más y más, hacia las estrellas. Dejamos atrás los ángeles y los santos, dejamos atrás la luz misma y penetramos en el divina oscuridad, en el vacío, al tiempo que dejamos atrás la existencia. Y todos nuestros actos son perdonados y disueltos en el olvido. - Crónicas Vampíricas, Anne Rice.
me das miedo joooo
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